Discografia

Disco ¡Salud, país!    (Texto copiado de la web www.rondadors.com)

... Bueno. Nos ha costado algo más de lo previsto –será la edad, que no perdona, que rondamos más despacio, o que la mayoría vivís tan lejos...–, pero aquí nos tenéis otra vez. Seis años después, eso sí –¡seis ya!– de aquel país que anochecía. Seis años de anochecidas y amaneceres, seis de anocheceres y amanecidas, para llegar otra vez ante vuestra puerta y confirmar lo evidente: ¡Salud, país... ha vuelto el día!
... Pero es que, ¿sabéis?, os hemos de confesar que a veces –¡tantas veces!– dudamos que llegara... Al menos este día.
¡Y aquí está!. Aquí estamos de nuevo, dispuestos a armar jaleo y compartir –como en cada reencuentro– la fiesta y los recuerdos, la albahaca otra vez verde y el porrón que nunca sabremos vaciar, las risas y alguna glarimeta. (En esta ocasión, muchas más risas que lágrimas).
Aquí nos seguís teniendo, y Teruel tiene la culpa.
Esta vez, Diego Marcilla llegó a tiempo. Una mañana de Noviembre nos salió al paso por las altas tierras del Sobrepuerto, el hogar de Pedrón, y escuchamos su galope enamorado como un lejano rumor de tambores, como una canción. Aquella que sin duda nos faltaba. La que no podíamos dejar de cantar. (Estaba cantado... ¡Nos faltaba cantarle a Teruel!).
Y por cantarle a Teruel –el amor tardío de esta Ronda ya otoñal– estamos aquí otra vez, ante vuestras puertas, cantando. Aquella canción, que fue la primera, y otras que fueron llegando después (algunas al galope también, pero otras al paso).
A la grupa de su caballo, Diego nos trajo un disco, el que ya no pensábamos hacer. Éste.
Gracias, Teruel... Gracias, Pedrón, que camino de Ainielle nos lo soplaste al oído.
¡Salud, país!...
y ahora, sí. (Es el día de decirlo –¡y con el papo bien hinchado!–) :


Disco País de anochecida  (Texto copiado de la web www.rondadors.com)

Melancolía es la red con la que el tiempo quiere atrapar a los valientes si tienen corazón. Con sus hilos negros, pegajosos y dulces, envuelve a los que nunca tuvieron miedo de nada, apoderándose de sus manos, de su mirada y de su aliento. Así atrapados, el tiempo los conduce a una batalla que tienen perdida de antemano: la de dar vida a lo que se va irremediablemente. Aquel país, aquel paisaje, aquella gente, aquellas casas… Como no queremos que se vayan, acariciamos sus formas, los sacudimos para que no caigan en el letal letargo, les señalamos dónde están los peligros.
País de anochecida: se acaba el día ¿habrá otro? –No lo esperes. Prepárate para disfrutar de la noche. Bajo las estrellas los besos son más dulces y el baile más alegre. La red de melancolía que el tiempo teje, en la noche fresca ha de ser sólo un abrigo tierno.
Es hora de bailar y de amar.


Pasacarreras de carnaval
Aínsa
La caracola
Fiesta
Ronda de los pollitos
Bajo dos tricolores
Baile
As debinetas
Pasa la ronda
Polka de la luna llena
Recuerdos
Pedrón
Acarrazaus
Primero de Noviembre
Gato
Trango dople... ¡y china- chana!
Mermelada de moras
Polkón
La revolandera
Vals en sol
Manifiesto de invierno
Disco Banderas de humo (Texto copiado de la web www.rondadors.com)


Noche de estrellas, donde empieza el verano. Aún huele a humo, pero se van apagando ya las últimas chamineras. 
Noche mágica. ¡Cuida!, no cierres hoy los ojos, o mi país se te colará con toda su belleza y su dolor hasta el fondo de los sueños y del corazón, y ya no podrás sacártelo de dentro. 
¿No los escuchas llegar, cabalgando en el humo?. Quieren vivir en tí. Te tienden la mano y miran fijo, fijo, tus ojos. ¡No los cierres!. Esa niña lleva los siglos como un adorno en su sonrisa de condesa olvidada, y tras ella trae a un pueblo; y al duende le arde la mirada como el fuego en el hogar o la cruz en la carrasca. ¡No cierres los ojos; no los cierres!. 
Amanecer del Pirineo. La luz desciende lenta por las montañas, y aún huele a humo. Tú has, por fin, cerrado los ojos. Todo, pues, ha terminado. ¿O es en realidad que todo comienza?. 
Abre los ojos. Ábrelos, y verás que la condesa es tu hija, y su pueblo el tuyo; y que desde las brasas del fuego que arde en tu hogar, un duende te sonríe con la sonrisa del padre que ya se te murió, del hijo que aún no te ha nacido. 
Entonces sabrás por qué no vamos a dejar caer la casa ni apagarse el fuego. Entonces, sí, verás en cada chaminera ondear orgullosas -como han hecho desde siempre, como por siempre han de hacerlo- las banderas de la vida, las banderas de humo de tu País Perdido.
¡Tiembla porrón!
Nuei d'estrelas
Baxando t'a escuela
Ferrera
Una huella en la nieve
De ronda
La bella desconocida
Polka chiqueta
El duende de San Martín
Millollano
La condesa del Sobrarbe
¡Truca buxo!
Pasodoble de los pizcos
Primavera rondadora
El mallo
La tronada
Mar de Sueños
La casa caída
Disco La Ronda de Boltaña(Texto copiado de la web www.rondadors.com)


Este disco es una especie de fotografía sonora para el recuerdo. Una de aquellas fotografías antiguas que se cuelgan en el comedor, y donde los abuelos, vestidos de fiesta y retocados por la mano del fotógrafo para salir bien guapos, le sonríen al futuro. Pero no es la ronda. Es una parte muy pequeña de ella, aunque muy querida para nosotros, y que nos gustaría recordar, porque desde hace algún tiempo, y sin olvidar nunca las canciones y músicas populares que constituyen el alma de lo que hacemos, hemos ido dejando un huequecico en las rondas para una serie de canciones que, en este país tan silencioso, pretenden hablar y que hablemos y se hable de nuestras cosas, de nuestra gente y nuestros lugares.

...De pantanos fantasmas, que después de tantos años sólo sirven para almacenar rabia, pero han causado ya tanta desolación como los que guardan agua - Habanera triste -; de "héroes" populares como Mosén Bruno Fierro - Mazurca de Bruno -; de la fiesta, que nos ayuda a vivir - Días de albahaca -; de nuestro hogar: Boltaña - La ronda enamorada -, sus aldeas - O viento rondador -, y Sobrarbe entero - El país perdido -; pero también de amor - Las bodas de Chistén, Luz de otoño -, y del pasado y el futuro en los ojos de un niño - El dolmen de Tella -.
No es la ronda, desde luego. Le falta todo aquello que sólo puede encontrarse una tarde de fiesta en el país. Pero, después de todo, es un disco de la Ronda. Por eso hemos querido incluir también tres pequeñas piezas instrumentales de las que hicimos para bailar cuando el cuerpo lo pide: - Esperando a Teresa, Pasodoble del Trastiello y Yeba -: dos pasodobles y una canción inspirada por el "cascabillo" y las alegres horas de fiesta vividas en uno de los más hermosos y desconocidos pueblos del Pirineo.
Y naturalmente, hay también cuatro piezas populares del Sobrarbe. Dos de ellas son emocionados homenajes. Os probechos, a Juan Cazcarra, de Bestué, el último de los viejos gaiteros sobrarbenses, de cuyo repertorio formaba parte esta canción; y también a todos los amigos que desde los Monegros al Pirineo tanto han hecho por recuperar este instrumento. Y el Palotiau de Boltaña, a todos los que lo han bailado, lo bailan y lo bailarán. Finalmente, las otras dos canciones populares son la Mazurca del puro, una preciosa pieza de baile aprendida de Marino Ferrández, músico boltañés ya desaparecido, y Niña bonita, una picante y divertida canción, muy apropiada para cuando el porrón causa sus efectos, que las gentes que nos la enseñaron hace tanto tanto tiempo, -cuando éramos unos críos-, dicen que compuso -o al menos popularizó-, Benito Jal.
 Eso es todo.
La albahaca, el porrón y las pastas corren de vuestra cuenta....Que la ronda la hacemos todos.
Pero nada sería igual sin Joaquín Pardinilla, que ha tocado la guitarra en El Dolmen de Tella y Las Bodas de Chistén; Martín Domínguez, que ha tocado el violín donde ya veréis; Enrique Pérez, que nos ha diseñado la portada y el libreto; Dino, que nos dibujó hace tiempo un Bruno Fierro gaitero y rondador; Juanjo y familia, que han hecho de su estudio de grabación, una casa que merece ser rondada porque en ella viven unos amigos; y sobre todo, sin nuestras mujeres e hijos, que han sabido ceder a La Ronda, con alegría y comprensión tantas horas nuestras que debieran haber sido suyas.
Nuestro agradecimiento a todos ellos y a Miguela y sus hijos Pablo y Alejando de Casa Molinero de Las Bellostas, que abrieron para nosotros y la fotografía de la portada, su vieja puerta que tanto sabe de rondas y silencios.